dimecres, 29 de desembre del 2010

Believe.

He vuelto a los silencios, a dejarme azotar por el viento y no sentir nada. A estar vacío y estar demasiado lleno. A tener tantos sueños que no sé cual elegir. A querer (y poder que es peor) empezar todas las frases con una 'a' y no terminar la lista.
Hoy he vuelto a tantos lugares que no quiero volver a ninguno que haya visto. Y lo peor de todo es que me has mandado esa canción y no sé como coño lo has sabido o si ha sido un especie de aviso o que mierda, pero ha rebotado en toda mi cabeza hasta dejarla completamente azotada. Has llegado tú, con el frío, y lo has cambiado todo, todo menos yo: que ahora resulta que soy un tipo soso, cabreado y que los demás son demasiado mayores o demasiado pequeños y yo me he quedado en medio, atrapado. No sé si eso es bueno o malo, ni sé cómo se llamaba la canción de ayer por la noche que aún no la he logrado encontrar, aunque este año he llegado a tener todo lo que he querido. Todo, absolutamente. No se salva nada. Ni yo mismo. Gracias, por todo.

#In the end (instrumental).
#Stop-motion de Figueres!.

dilluns, 20 de desembre del 2010

Esta noche se merece otra ronda.


Que soy esos motivos para sonreír y a la vez esos motivos para matar a alguien. Pero ya sabes que a mi no se me dan bien las mates como para ponerme a sumar o dividir o hacer cualquier gilipollez de derivados como para saber si eso te va a subir un tanto por ciento el estima que me tienes o lo va a reventar.

dimarts, 14 de desembre del 2010

Cuarto movimiento: la realidad.


El colacao que nunca llegué a beber no estaba ardiendo como les dije a todos simplemente no tenia hambre y no quería que nadie se diera cuenta, igual que no, no se rompió sin querer la foto del comedor, lo hice aposta. No soportaba esa imagen, ni el marco, ni nada de lo que había a su alrededor. Solamente, no, no osé nunca, nunca, jamás a mirar esa imagen. No estaba dispuesto a hacer el gilipollas ahí delante. Me niego, no le tengo devoción, ni debo tenerla. Ah, me olvidaba, ¿sabes?, tus fotos cuando caen de la pared no se las traga el borde del armario, me las trago yo. Las tengo dentro de una caja, escondida, no sé dónde, pero están todas allí. Hasta la que salimos tu y yo. no te tengo odio, aunque me sobra esa cursilada, lo digo enserio. Vamos ya sabes que a veces me olvido de hablar cuando es necesario, o de callar, o de parpadear, o de ser tonto, o de serlo demasiado, o de no ser detallista, o de que tantas o's no me gustan nada.
Adoro la aroma del café, siendo lo más amargo que tomo seguramente, o el sabor tan ácido de un limón, adoro ir en coche y escuchar música, perderme hablando, no saber que decir y sonreír haciéndome el loco, aquí no ha pasado nada. Y vuelta a empezar, a la misma situación hasta que voy hablando pero no me escucho, solo me fijo en los pequeños detalles, en que tienes el coche guarro, que tienes dos pipas tiradas en el 'bolsillo' de la puerta y odio celebrar mi cumpleaños (recibir felicitaciones de gente que esperará que tu también lo hagas, que se te llenará el muro de estúpidos/as que nunca te dicen nada, y que total que pasar de los 14 a los quince es como comerse tres uvas o comerse cuatro), que te has olvidado de arreglar el cristal y que entra un frío terrible, que te has saltado un semáforo y, que sobretodo, no te has dado cuenta que me he quedado en silencio desde hace demasiado y tú no dices nada.

nunca fuí de los que dicen muchos 'te quieros'.

dilluns, 13 de desembre del 2010

Avui el teu àngel no vindrà.


Siento ser de los que aún sueñan, pero esperaba más de la situación. Esperaba que todo acabara en un pequeño y latente: ¡te quiero pequeñajo! Y yo poder acabar sonrojado riéndome en voz baja asintiendo con la cabeza como un esclavo de todas tus palabras, de tu terriblemente provocadora voz de cordero roído por el lobo feroz.
Aunque para mi desengaño fue todo muy frío, como cuando ganas un premio y todo lo que parecía tan bonito se rompe en un “nombre por favor”. No fue tan brusco, de hecho me hubiera muerto si alguien en ese instante me lo hubiera pedido, simplemente el móvil decidió por si solo ponerse a dejar silbidos que marcaban la hora de irse. Nunca me pensé que el tiempo pudiera pasar tan rápido y lento al mismo tiempo en menos de treinta segundos. Son más putas las horas que pasan entre salida y vuelta a la llegada, que las horas que hacen las putas de la calle. Aún así no puedo quejarme, de nada a esto hay un abismo, igual que el vacío que queda entre los segundos que van pasando. Tortura, fugacidad de los parpadeos, respiraciones que no acaban, suspiros, miradas obsesivas del reloj, acabamiento de la poca saliva que me pudiera quedar y de golpe, cuando ya lo tienes todo decides planteártelo.
No, esto te hará más daño que bien. Ni dos horas para toda una semana llorando te valen la pena, ¿realmente? Y poniendo los cojones en beneficio propio, ignorando todo, lo afirmas de una manera terrible.
Algo dentro de ti se paraliza y te empuja al mismo tiempo, te arrastra a la muerte y a la vida. Algo que no puedes decidir, que tu cabeza no logra entender, que recorre tu barriga hasta explotar en los labios que explotan contra lo que tienes delante. Eso que llevabas esperando todo el día y que estas dejando escapar todo ese tiempo en palabras y frases estúpidas entre cada beso.
Después no hay nada, un triste silencio. Se acaba todo y mueres tumbado en tu cama pensando en los tiempos perdidos hablando y no en los besos. Te autodestruyes, te pones en lo peor y acabas degollado esperando otra oportunidad. Que siempre acaba llegando, si no mueres antes claro, que acabara pasando lo mismo. Si fuera demasiado fácil se llamaría guerra y no amor, porqué es más fácil ir matando gente que no acabar con uno mismo y mantener a otro.

¿balbuceas?, yo sí.

- Solo te digo que tú no decides con quien te cabreas y con quien dejas de estarlo, pero si puedes saber porqué lo estás. O por lo menos intentarlo.
- Ya, pero yo no estoy cabreado contigo.
- ¿Entonces?
- Es que no sé de dónde te has sacado esa mierda.
- De ti, de tus no-sonrisas, de tus no-palabras conmigo. De tu nuevo modo-antipático que tienes contra mi.
- ¿Y eso ya me hace ser un tipo cabreado? Vamos, que si uno llora es que está triste, que si uno no ríe no está contento, si uno no habla está cabreado. Vaya mierda de atributos para acabar una frase y manera de plantearlo.
- ¿De verás? Pues creo que ser un poco realista no está nada mal, de echo me gusta no fingir que veo cosas dónde no las hay. Yo sé que si se acaba el agua pasaremos sed, mientras que tú, en un ataque de optimismo, harías ver que no te importa porqué sabes que tarde o temprano se pondría a llover. Y no, no porqué uno llore está triste, pero tiene más posibilidades de que sea esto, que no una mierda en el ojo.
- No le veo el problema en ser un poco idealista, en soñar con vivir mejor, con creer que tiene sentido nacer. No le veo el problema en buscar un segundo sentido a las cosas que seguramente no la tienen. Quizás si nos quedamos sin agua yo me muero antes esperando que llueve, que tú diciendo que eso no pasará, pero yo habré vivido feliz mientras tanto esperando una segunda oportunidad.
- Bueno, pues yo prefiero no morir engañado. No pensar que seguramente me estoy pasando, que tengo que bajar de las nubes. Pero esto es solo mi punto de vista, diferente al tuyo.
- No por soñar despierto uno deja de saber lo que es verdad y lo que no, pero mejor dejarlo así, no quiero ser la causa de una nueva guerra. Suficientes gilipollas lo han hecho ya.
- En eso estoy de acuerdo. ¿Amigos?
- Bah, haré el esfuerzo. En realidad es divertido.
- Lo sé, si no, no te aguantaría.
- Yo tampoco.
Y con una sonrisa se quedo todo como que eran demasiado opuestos como para separarse.
¿Cosas que realmente me gusten? Situaciones cómo esta.

Historia de una hache que no quería ser muda.

 
 Los siete mejores modos de idealizar a alguien son demasiado básicos, así que iré a los míos (que no son mucho mejores, pero para mi estos son los primeros).
- Que te cojan la mano de la izquierda de modo que invalide todo ese lateral de tu cuerpo y la derecha del que te ha cogido.
- Dejar de hacer algo para ponerse a ser algo más tonto, cómo por ejemplo estar respirando y parar para tragar algo que no te gusta nada.
- Girar el volante sin mirar la carretera del rollo, sorpresa hoy nos morimos todo; y al final poner los ojos y esquivar lo que sea que se haya interpuesto en la carretera.
- Tener la capacidad de aguantar el peso de mi cabeza sobre las piernas para que me pueda dormir con toda la tranquilidad del mundo ahí sin tener que preocuparme por nada más.
- Poder responder un comentario absolutamente irracional con una frase elaborada que consiga desmontar todos los argumentos hasta dejarme callado con cara de te odio, aunque no demasiado rato.
- Escuchar un sonido de lejos, y seguir el eco de alguien hasta dónde ha sido lanzado y encontrarme con alguien, aunque ese alguien no sea quien me esperara y de allí empezar una conversación casi tan tonta como esto.
- Ser el primero en darle un beso, o en recibirlo de otra persona (dónde sea) ese día y ser el motivo de su sonrisa durante todo lo que pueda durar y la mía.