divendres, 27 de gener del 2012

Recuerdo las noches en vela, y los días tirados en la cama
pero eso ya está demasiado lejos como para seguir siendo ni un recuerdo.
La hipocresia de la presión que hace todo el mundo hacia uno mismo acabo con nosotros,
con todo.
No te guardo rencor, pero espero no encontrarte nunca,
no quiero pensar en una reacción.
Y a pesar de todo, seguimos aquí.
(Aquí: lugar indeterminado que se refiere a que las cosas van bien).

dijous, 19 de gener del 2012


Malas horas para seguir viviendo en las afueras, pero puedo intuir tanto de ti con solo un soplido de aire, que todo se queda en el intento. Sin ganas de ti, ni de nada. Nada. Vacio.
Finges querer estar en un película, ridícula y espantosa. Y hacer como que nos cogemos de la mano al andar para simular ser otra pareja absurdamente desmesurada que lo derrocha todo.
Te vendes, me vendo. Todo está en venta. Hasta la libertad. La codicia ha podido con todo, nos ha corrompido las entrañas, y las rarezas se han vuelto simples formalidades, simples etiquetas que uno aprende y que jamás va a olvidar.
Te fuiste, no conseguiré entenderlo, pero ya no estás aquí. Mis respiraciones han muerto. Todo lo de dentro se ha exteriorizado. Lo has vendido por un poco de amor del malo, del que no duele pero tampoco se siente. Te odio, me odio incluso más a mí.  Somos seres repugnantes. Damos tanto asco que no sé ni cómo tenemos valor de salir a la calle con la cabeza altiva y con esa falsa sonrisa de que todo está perfecto.
 Me odias, te odio incluso más que a mí.
Sales, sin ganas, pero acabas saliendo otra vez. Se repiten las caras en tu cabeza, en tu barriga, en tus jodidas lagrimas de impotencia y de rabia. Pero has decidido salir y eso parece que ya es un gran avance. O un gran retroceso. Te tapas y no consigues levantar la vista, y rompo a llorar. Más bien finjo llorar para no hacerte sentir culpable. Tú, en un momento de debilidad consigues cerrar los ojos, y yo aprovecho para susurrarte todo lo que fuimos, lo que hemos podido ser y como hemos acabado de una manera atroz y vil por ser unos egoístas cabreados  incapaces de mantener una conversación. Odio que el hecho de intentar ser egoísta con uno mismo siempre salga mal. Lo das todo para nada. Y luego aguanta las caras largas, las bocanadas llenas de humo, las entrecortadas respiraciones y el silencio, el jodido silencio de asco de los que se codean contigo. Nada da más asco que ser el jodido cabrón que decidió largarse ni nada consigue hacerte sentir tan sucio.