dijous, 27 de març del 2014

no sé que acabó sucediendo ni como he llegado hasta aquí

No sé querer a nadie, ni a mi mismo. Necesito tantas drogas para sentir, que luego me quedo vacío, en blanco, desnudo y sin nada. Soy un grito a punto de chocar contra la nada. He creado falsos recuerdos en estados que es mejor olvidar, llegando a creer que es mejor no recordar que pasa de noche. Aunque sea a base de alcohol fluyendo por mi cuerpo. Aunque sea creyendo que así puedo ser yo. El problema es que al día siguiente no recuerdo quien era ayer, solo hay oscuridad en mi cabeza. Necesito aprender a dormir por las noches y a vivir de día, con los ojos bien abiertos y sin miedo. Tengo que dejar de intentar fundirme con el viento, porqué ya no sé lo que es brisa y lo que soy yo. He gritado tanto y tan fuerte que ya nadie quiere escucharme. (Creo que nunca nadie ha estado escuchando). Y odio esta noche, odio todas las noches desde hace años. Odio más aún los días. Odio tanto que a veces me olvido de como querer, si es que realmente sé querer a alguien. He acumulado ira, ira y odio durante demasiado tiempo y ahora solo queda el cúmulo del pozo que he ido cavando. Y escribo para sentir que aún hay algo dentro de mí, por hacerme saber a mi mismo que aún me arden las entrañas. Y no, hoy tampoco ha salido el sol a despertarme, estaba esperándolo en esta noche eterna que lleva demasiado sin acabarse. Me jode, pero voy a golpes. A golpes de hipnotizantes, uno tras otro, evadiendo todo lo que está pasando a mi alrededor. No estoy bien en ningún lugar ni con nadie, no estoy bien conmigo mismo. He escrito tanto sobre la hipocresía que ahora solo soy un poco más de ella. Más tóxico y corrompido que nunca, incapaz de recordar(te).

diumenge, 2 de març del 2014

que tinguem sort


Parece que vivamos para ser egoístas. Sin importar nada más que uno mismo, sumido en su capacidad de victoria y la intolerancia a quedarse atrás. Luego no sabemos leer si no hay alguien ahí para enseñarnos, ni podríamos ser egoístas si no hubieran otros. Tenemos el alma tan fría que parece que cualquier roce con otros nos vaya a romper. Hemos dejado de vivir, no somos de aquí, no estamos por los de aquí; pero tenemos que estar para todos. Viajan más rápido los bulos, las mentiras y las malas noticias que no todo lo que se le opone. Donde queda uno fuera de ese círculo, cruzándose con cientos de más a su alrededor.

Y nos quedamos alejados de todo, 
a distancia, 
corriendo marcha atrás,
siempre,
 aferrandonos a aquello que ya no tenemos 
(y queremos). 

Nos hemos partido el alma en pedacitos de sitios y de gente que quizás no volvamos a ver. Pero esos pedacitos son nuestros y no los vamos a regalar. Quizás no tenemos el alma en pedazos repartidos, la tenemos entera resquebrajada y no la dejamos curar ni que huya. Nos arden las entrañas, de los demonios que necesitamos que nos sigan atormentando, y que parece que si los soltamos nos quedemos sin todo lo que dejamos atrás.