dilluns, 2 d’octubre del 2017

este vaivén constante

Ojalá. Y no sé como sucederán las cosas después, creo que todo va a seguir igual, igual de raro. Y aún no me creo, o más bien no te creo, y por ende esto va a acabar mal. Ojalá fuera lo suficientemente fuerte como para echarte de mi vida hasta que pudieras quedarte, pero tengo miedo a que el tiempo nos borre esperando un movimiento. No te puedo querer así, y no quiero quererte así. Espabílate o asume que mi odio va a ir en aumento”. 
Febrero 2015


Aún siento rabia, y la noto muy fuerte a ratos. A veces se descontrola, esos días en los que te encuentro en un cajón o a metros gritando otro nombre. Tengo el odio acumulado por echarme desnudo, a gritos e insultos de tu casa. Por todos mis pensamientos anteriores a ese momento. (gracias por hacerlo y llevarme al principio de ese día en el parque cuando no pude más). Y quiero deshacerme de ese odio, de todas esas cosas que se me atragantan, cada vez menos, cuando apareces por mi cabeza.
La rabia dejará paso a otra cosa, seguramente a una muerte de todo lo que nunca fue  lo que nunca podría haber sido. Hago balance, re-lectura y un análisis para entender porqué todo fue tan tóxico, porqué hubo días en los que me sentí una mierda y otros con tanta fuerza, estos últimos cada vez los recuerdo menos. “Jamás seremos amigos” y he aprendido que no voy a querer nunca jamás a nadie así, ni de esta manera basada en un apego insostenible ni por lo que representas. Esa falta de implicación constante, en todo lo que no eras tú, esos reproches y las cargas que acumulaste. ¿Total? Para acabar en un “no me lo esperaba” en ese maldito parque donde todo lo que respondiste fue mentira. Una más; otro peso menos, para ti. 
Han pasado los días y soy capaz de dejarte por imbécil. Por tu moralismo absurdo y falso. Porqué ahora entiendo que tus grandes reflexiones y “estructuras de pensamiento” eran excusas para justificarte en una identidad que no existe. ¿Cuantas cosas de las que haces son para ti, para una intimidad tuya y de nadie más? ¿Para qué mandar todas esas notas después de gritarme que era un hijo de puta por querer dar una explicación a alguien que no eras tu? Al principio llegué a pensar que realmente era falta de tiempo, ahora veo que era falta de deconstrucción. Ganas de ese control de la sexualidad del otro y al mismo tiempo de “querer poder” sexualizarlo todo.
Añado, porqué para mi es importante, que Hummus jamás será. Jamás será una parte que me evoque a ti. No será un símbolo como pudo serlo Billy. Hummus es el anhelo de libertad que perdí cuando reapareciste -he estado leyendo De profundis  y, aunque me genere un aburrimiento increíble, las primeras páginas resumen perfectamente mi actitud de hostilidad hacia ti-. Hummus es, y no creo que a estas alturas llegara a interrumpir su ruta por ti. Yo no lo haré.
Aún siento rabia, pero cada día un poco menos. Pasará algún tiempo, cada vez noto que pasa más rápido este proceso, hasta poder relacionarme a través de la indiferencia (o quizás la ternura) y no con un enorme desprecio. A veces llego a defenderte, luego me doy cuenta que no sirve de nada. Que todas las veces que intento hacerlo acabo por enfadarme conmigo, y como tu dirías esto si que no me lo puedo permitir.

Mañana seguramente no me acuerde de ti, como la mayoría de días. Y la rabia estará un poquito más lejos, menos fuerte.