sucio y recóndito.
Allí donde no queda nada,
solo un agujero.
Cojo aire, lo mantengo y se va.
Empiezo a notar de nuevo el frío,
el frío de los abrazos,
de los pasos de la gente,
de mi.
Y no hay quizás,
no hay posibilidades.
Me encierro en ese agujero,
busco el aire perdido, y,
y solo me encuentro con mi frío.
Soy yo a dos pasos de mi, solo, rodeado de gente.
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